Las fuerzas de seguridad aliada detuvieron al máximo vocero quién confirmó la muerte del líder de esa célula terrorista en Pakistán; en tanto, talibanes de Afganistán continúan con férreos ataques en puntos claves
Fuerzas de seguridad capturaron al máximo vocero del Talibán paquistaní, quien confirmó la muerte del líder de esa milicia durante un reciente ataque estadounidense con misil, en una nueva señal de que los milicianos quedaron en estado de confusión desde el ataque norteamericano de hace dos semanas.
Las autoridades de Washington e Islamabad habían dicho previamente que casi estaban seguros que el jefe del Talibán paquistaní, Baitulá Mehsud, había sido muerto por el ataque del 5 de agosto, pero por lo menos tres dirigentes del Talibán, incluyendo el detenido, Maulvi Umar, habían llamado a los medios de comunicación tras el ataque para asegurar que todavía estaba vivo.
Las declaraciones de Umar -relevadas por una autoridad de espionaje que participó en los interrogatorios- serían la primera admisión de parte del Talibán de que Mehsud estaba muerto. El funcionario habló bajo condición de no ser identificado porque no estaba autorizado para hablar con los medios de comunicación.
La captura del vocero fue el segundo arresto de una figura prominente del Talibán en 24 horas, infligiendo otro golpe a la organización, a la que se ha culpado de varios ataques sangrientos contra blancos occidentales y gubernamentales que amenazaban con minar la estabilidad del país de capacidad bélica nuclear.
Como vocero oficial para el grupo Tehrik-e-Talibán de Pakistán -una organización formada en 2007 para congregar a varios movimientos de milicianos regionales y tribales- Umar frecuentemente llamaba a periodistas para reclamar la responsabilidad de varios ataques terroristas en Pakistán.
Además de fungir como portavoz del movimiento, Umar era un colaborador influyente de Mehsud y un dirigente del Talibán.
La captura de Umar ocurrió un día después de que la policía arrestó al comandante rebelde Qari Saifulá, otro asistente cercano de Mehsud, mientras recibía tratamiento médico en un hospital privado en Islamabad.
Los aliados occidentales de Pakistán están desesperados por ver que el gobierno de Islamabad reprima contundentemente a los milicianos que amenazan al país, vecino de Afganistán, donde Estados Unidos y la OTAN conducen una misión militar en momentos en que la violencia está resurgiendo a unos días de las elecciones presidenciales de esta semana. Islamabad, Pakistán (El Universal)
Las autoridades de Washington e Islamabad habían dicho previamente que casi estaban seguros que el jefe del Talibán paquistaní, Baitulá Mehsud, había sido muerto por el ataque del 5 de agosto, pero por lo menos tres dirigentes del Talibán, incluyendo el detenido, Maulvi Umar, habían llamado a los medios de comunicación tras el ataque para asegurar que todavía estaba vivo.
Las declaraciones de Umar -relevadas por una autoridad de espionaje que participó en los interrogatorios- serían la primera admisión de parte del Talibán de que Mehsud estaba muerto. El funcionario habló bajo condición de no ser identificado porque no estaba autorizado para hablar con los medios de comunicación.
La captura del vocero fue el segundo arresto de una figura prominente del Talibán en 24 horas, infligiendo otro golpe a la organización, a la que se ha culpado de varios ataques sangrientos contra blancos occidentales y gubernamentales que amenazaban con minar la estabilidad del país de capacidad bélica nuclear.
Como vocero oficial para el grupo Tehrik-e-Talibán de Pakistán -una organización formada en 2007 para congregar a varios movimientos de milicianos regionales y tribales- Umar frecuentemente llamaba a periodistas para reclamar la responsabilidad de varios ataques terroristas en Pakistán.
Además de fungir como portavoz del movimiento, Umar era un colaborador influyente de Mehsud y un dirigente del Talibán.
La captura de Umar ocurrió un día después de que la policía arrestó al comandante rebelde Qari Saifulá, otro asistente cercano de Mehsud, mientras recibía tratamiento médico en un hospital privado en Islamabad.
Los aliados occidentales de Pakistán están desesperados por ver que el gobierno de Islamabad reprima contundentemente a los milicianos que amenazan al país, vecino de Afganistán, donde Estados Unidos y la OTAN conducen una misión militar en momentos en que la violencia está resurgiendo a unos días de las elecciones presidenciales de esta semana. Islamabad, Pakistán (El Universal)
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