El Pontífice alertó que la crisis mundial y la globalización obligan a las personas a migrar para buscar fuentes de empleo para mejorar sus condiciones de vida
El Papa Benedicto XVI dijo hoy que los inmigrantes "no son un problema" , sino que constituyen un "bien" para el desarrollo de la humanidad.
En un discurso que dirigió hoy a los participantes en el VI Congreso Mundial para la Pastoral de los Emigrantes y Refugiados, que se celebra en el Vaticano, el Pontífice denunció que, debido a la crisis económica mundial, muchos inmigrantes se ven obligados a realizar trabajos "que no están en consonancia" con la dignidad humana.
En el congreso, que tiene por lema "Una respuesta al fenómeno migratorio en la era de la globalización" , Benedicto XVI dijo que millones de personas, entre hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos afrontan los dramas de la emigración "más para sobrevivir que para mejorar las condiciones de vida de ellos y de sus familiares" .
"Cada vez se va haciendo más grande la distancia económica entre países pobres e industrializados. La crisis económica mundial, con el enorme crecimiento del paro, reduce la posibilidad de empleo y aumenta el número de aquellos que no logran encontrar ni siquiera un trabajo en precario", denunció el Papa.
El Pontífice agregó que muchas personas se ven obligadas a abandonar su tierra y sus comunidades de origen y están dispuestas a aceptar trabajos "en condiciones en absoluto en consonancia con la dignidad humana, con una integración fatigosa en la sociedad de acogida debido al diferente idioma, cultura y ordenamiento social".
Benedicto XVI subrayó que muchos emigrantes abandonan sus países para huir de condiciones de vida humanamente "inaceptables" y que no encuentran la acogida que esperaban y que ante ello ha llegado el momento de reflexionar sobre las consecuencias de una sociedad basada sólo en el desarrollo material.
El Papa abogó para que el actual fenómeno migratorio mundial sea considerado como una de las condiciones favorables a la comprensión entre los pueblos y para la construcción de la paz.
"La Iglesia invita a abrir el corazón a los emigrantes y sus familias, sabiendo que no son un problema, sino que constituyen un bien para revalorizar la humanidad y su desarrollo", manifestó Benedicto XVI. Ciudad del Vaticano
En un discurso que dirigió hoy a los participantes en el VI Congreso Mundial para la Pastoral de los Emigrantes y Refugiados, que se celebra en el Vaticano, el Pontífice denunció que, debido a la crisis económica mundial, muchos inmigrantes se ven obligados a realizar trabajos "que no están en consonancia" con la dignidad humana.
En el congreso, que tiene por lema "Una respuesta al fenómeno migratorio en la era de la globalización" , Benedicto XVI dijo que millones de personas, entre hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos afrontan los dramas de la emigración "más para sobrevivir que para mejorar las condiciones de vida de ellos y de sus familiares" .
"Cada vez se va haciendo más grande la distancia económica entre países pobres e industrializados. La crisis económica mundial, con el enorme crecimiento del paro, reduce la posibilidad de empleo y aumenta el número de aquellos que no logran encontrar ni siquiera un trabajo en precario", denunció el Papa.
El Pontífice agregó que muchas personas se ven obligadas a abandonar su tierra y sus comunidades de origen y están dispuestas a aceptar trabajos "en condiciones en absoluto en consonancia con la dignidad humana, con una integración fatigosa en la sociedad de acogida debido al diferente idioma, cultura y ordenamiento social".
Benedicto XVI subrayó que muchos emigrantes abandonan sus países para huir de condiciones de vida humanamente "inaceptables" y que no encuentran la acogida que esperaban y que ante ello ha llegado el momento de reflexionar sobre las consecuencias de una sociedad basada sólo en el desarrollo material.
El Papa abogó para que el actual fenómeno migratorio mundial sea considerado como una de las condiciones favorables a la comprensión entre los pueblos y para la construcción de la paz.
"La Iglesia invita a abrir el corazón a los emigrantes y sus familias, sabiendo que no son un problema, sino que constituyen un bien para revalorizar la humanidad y su desarrollo", manifestó Benedicto XVI. Ciudad del Vaticano
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