El grupo multimedia se encuentra en la mira del gobierno; la relación entre ambas partes se ha deteriorado más en los últimos meses
La ofensiva de los Kirchner contra los medios de comunicación podría tener el sello de Hugo Chávez, pero el copyright de la intimidación contra el Grupo Clarín pertenece a la pareja presidencial, que a lo largo de su vida política ha hecho del acoso al periodismo crítico uno de sus deportes preferidos, desde sus días al frente de la gobernación de Santa Cruz.
La entrada de un ejército de agentes fiscales a las instalaciones grupo multimedia más importante del país muestra la estirpe autoritaria del gobierno y la falta de tacto para tratar los asuntos de Estado.
En la relación entre el gobierno y Clarín —devenido en el “enemigo número uno”, según Néstor Kirchner— se pasó de tener una “excelente relación”, según el ex mandatario, a considerarlo “el responsable de la derrota” electoral del 28 de mayo pasado, “la verdadera oposición”. En los primeros cinco años fueron otros los medios castigados, aquellos abiertamente críticos como el periódico dominical Perfil y publicaciones de la editorial homónima, a las que se cercenó la pauta publicitaria proveniente del Estado.
En Santa Cruz, los Kirchner “provocaron el cierre de radios y revistas, así como la venta de empresas de medios —luego de ahogarlas financieramente mediante la pauta publicitaria—, y se persiguió a periodistas o se crearon multimedios propios”, dice Daniel Gatti, periodista y autor de “El amo del feudo”, primera biografía del ex presidente.
La ruptura de la relación excelente entre el gobierno y Clarín comenzó en los 72 días de huelga que el sector agropecuario realizó en 2008. La cobertura del matutino Clarín, el de principal circulación del país, provocó la ira de la presidenta Cristina Kirchner y su esposo, a tal punto que utilizaron la tribuna para cuestionar no sólo al grupo, sino a periodistas y al dibujante estrella del diario, Hermenegildo Sabat, como en años anteriores lo habían hecho con periodistas de otros medios.
Fue después de la derrota en el Senado del proyecto para aumentar las retenciones fiscales a la exportación de granos, en julio de 2008, cuando el kirchnerismo decidió avanzar con un proyecto de ley de Radiodifusión para reemplazar a la sancionada por la dictadura militar (1976-1983). La orden del ex presidente fue directa: “vamos a acabar con Clarín”, dijo Néstor Kirchner según dijoun ex alto funcionario a EL UNIVERSAL.
Cuando el proyecto llegó al Congreso para ser debatido arrancó la ofensiva contra el Grupo Clarín. Primero, el Poder Ejecutivo le arrebató la transmisión de los partidos de futbol; después, anuló la fusión de los canales de cable y el avance en la justicia en una causa sensible que estaba estancada: la presunta adopción ilegal de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, directora de Clarín y accionista mayoritaria del grupo, que podrían ser hijos de desaparecidos durante la dictadura.
Hasta la invasión de agentes fiscales el pasado jueves, había sectores que favorecían la necesidad de una ley de Radiodifusión.
Pero las cosas han cambiado. “Es un ley demasiado importante como para que se la quiera tratar a las apuradas con el sólo efecto de perjudicar a un grupo o empresa”, expresó el ex diputado socialista Héctor Polino, en una conferencia de prensa junto a los diputados de su partido que ya desistieron de apoyar el proyecto.
“El problema es que los Kirchner no creen en esta ley. Lo que buscan es beneficiar a los amigos que van a hacerse de algunas de las telefónicas y para perjudicar a Clarín”, asegura la diputada Marcela Rodríguez, del ARI.
Ayer, la presidenta anunció que “eliminará” el ingreso de empresas telefónicas al proyecto de ley de medios que les habría permitido participar en la televisión por cable.
En el ocaso de su poder, según los sondeos, los Kirchner están decididos a seguir abriendo frentes de conflicto. Poco parece importarle si sus formas son más o menos chavistas en su ofensiva contra la prensa. A ellos los avala una historia de persecución a periodistas y empresas del sector que vienen de muy lejos, desde 1991, cuando llegaron a la gobernación de Santa Cruz, y de su concepción de lo que es y debe ser una democracia. Buenos Aires, Argentina
La entrada de un ejército de agentes fiscales a las instalaciones grupo multimedia más importante del país muestra la estirpe autoritaria del gobierno y la falta de tacto para tratar los asuntos de Estado.
En la relación entre el gobierno y Clarín —devenido en el “enemigo número uno”, según Néstor Kirchner— se pasó de tener una “excelente relación”, según el ex mandatario, a considerarlo “el responsable de la derrota” electoral del 28 de mayo pasado, “la verdadera oposición”. En los primeros cinco años fueron otros los medios castigados, aquellos abiertamente críticos como el periódico dominical Perfil y publicaciones de la editorial homónima, a las que se cercenó la pauta publicitaria proveniente del Estado.
En Santa Cruz, los Kirchner “provocaron el cierre de radios y revistas, así como la venta de empresas de medios —luego de ahogarlas financieramente mediante la pauta publicitaria—, y se persiguió a periodistas o se crearon multimedios propios”, dice Daniel Gatti, periodista y autor de “El amo del feudo”, primera biografía del ex presidente.
La ruptura de la relación excelente entre el gobierno y Clarín comenzó en los 72 días de huelga que el sector agropecuario realizó en 2008. La cobertura del matutino Clarín, el de principal circulación del país, provocó la ira de la presidenta Cristina Kirchner y su esposo, a tal punto que utilizaron la tribuna para cuestionar no sólo al grupo, sino a periodistas y al dibujante estrella del diario, Hermenegildo Sabat, como en años anteriores lo habían hecho con periodistas de otros medios.
Fue después de la derrota en el Senado del proyecto para aumentar las retenciones fiscales a la exportación de granos, en julio de 2008, cuando el kirchnerismo decidió avanzar con un proyecto de ley de Radiodifusión para reemplazar a la sancionada por la dictadura militar (1976-1983). La orden del ex presidente fue directa: “vamos a acabar con Clarín”, dijo Néstor Kirchner según dijoun ex alto funcionario a EL UNIVERSAL.
Cuando el proyecto llegó al Congreso para ser debatido arrancó la ofensiva contra el Grupo Clarín. Primero, el Poder Ejecutivo le arrebató la transmisión de los partidos de futbol; después, anuló la fusión de los canales de cable y el avance en la justicia en una causa sensible que estaba estancada: la presunta adopción ilegal de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, directora de Clarín y accionista mayoritaria del grupo, que podrían ser hijos de desaparecidos durante la dictadura.
Hasta la invasión de agentes fiscales el pasado jueves, había sectores que favorecían la necesidad de una ley de Radiodifusión.
Pero las cosas han cambiado. “Es un ley demasiado importante como para que se la quiera tratar a las apuradas con el sólo efecto de perjudicar a un grupo o empresa”, expresó el ex diputado socialista Héctor Polino, en una conferencia de prensa junto a los diputados de su partido que ya desistieron de apoyar el proyecto.
“El problema es que los Kirchner no creen en esta ley. Lo que buscan es beneficiar a los amigos que van a hacerse de algunas de las telefónicas y para perjudicar a Clarín”, asegura la diputada Marcela Rodríguez, del ARI.
Ayer, la presidenta anunció que “eliminará” el ingreso de empresas telefónicas al proyecto de ley de medios que les habría permitido participar en la televisión por cable.
En el ocaso de su poder, según los sondeos, los Kirchner están decididos a seguir abriendo frentes de conflicto. Poco parece importarle si sus formas son más o menos chavistas en su ofensiva contra la prensa. A ellos los avala una historia de persecución a periodistas y empresas del sector que vienen de muy lejos, desde 1991, cuando llegaron a la gobernación de Santa Cruz, y de su concepción de lo que es y debe ser una democracia. Buenos Aires, Argentina
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