Organizaciones humanitarias y expertos, como el economista estadunidense Jeffrey Sachs, piden a la comunidad internacional promover la agricultura familiar, si no se quiere “ir hacia el precipicio”.
En 2009 se superó el umbral histórico de mil millones de hambrientos en el mundo, lo que lleva a las organizaciones humanitarias y a los expertos a presionar a la comunidad internacional para que promueva la agricultura familiar, so pena de “ir hacia el precipicio”. Esta movilización en torno al Día Mundial de la Alimentación, que se celebra mañana viernes, será el preludio de la cumbre sobre seguridad alimentaria que tendrá lugar en Roma a mediados de noviembre y a la que seguirá la conferencia de Copenhague sobre el cambio climático en diciembre.
“El problema de la inseguridad alimentaria” es “principalmente una cuestión de la movilización al más alto nivel político para garantizar la disponibilidad de los recursos financieros”, señaló el lunes Jacques Diouf, director general de la FAO. “Cada año, el apoyo a la agricultura en los países de la OCDE es de 365 mil millones de dólares, en tanto que el gasto militar es 1.34 billones”, dijo Diouf. El economista estadunidense Jeffrey Sachs aconseja que el mundo “triplique la inversión” en la agricultura y la seguridad alimentaria, como se ha hecho en el sector de la salud en menos de diez años. Sachs preconiza un incremento de la ayuda a las pequeñas explotaciones agrícolas de África, con el fin de pasar de “una economía de subsistencia a una economía comercial sostenible”. “El hambre en el mundo es un escándalo, no una calamidad natural”, resume por su lado Ambroise Mazal, de la ONG francesa Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo. “Todas las condiciones que provocaron la crisis de 2007 y 2008 siguen en pie y estamos volviendo a la Edad Media: es necesario que los agricultores recen para tener buen tiempo cuando se podría desarrollar políticas proactivas”, explicó Mazal.
Las ONG humanitarias y por el desarrollo reiteran la necesidad de una reforma de las políticas comerciales y agrícolas: detener la liberalización sin freno, que provoca la volatilidad de los precios de los alimentos, e inversiones masivas en la agricultura por los gobiernos del Sur y a través de la ayuda para el desarrollo del Norte. “Esta volatilidad va a durar un tiempo, por lo que la alimentación se convertirá en una bomba para los gobiernos: si no se hace nada, les estallará en la cara”, indica el analista Jean-Louis Velajus, del Comité Francés para la Solidaridad Internacional. “Al 1000 millones de personas que padecen hambre no se les puede ayudar simplemente con ayuda alimentaria, sino a través de una reforma integral de la agricultura”, dijo.
Más aún si se tiene en cuenta que la ayuda de emergencia, “incluso con presupuestos en constante aumento, padece para seguir el ritmo de crecimiento de la crisis”, reconoce Jan Artur Sienczewski, responsable de la ayuda alimentaria de la Oficina Humanitaria de la Comisión Europea. En su cruzada, las ONG se apoyan en las conclusiones del grupo internacional de unos 400 expertos en agricultura, lanzado en 2002 por el Banco Mundial y la FAO, que abogó por la protección de la agricultura familiar, de la que vive 45% de la población mundial, a través de una protección del mercado.
En términos de modos de producción, señaló, se debe privilegiar la agroecología frente a la agricultura industrial e intensiva para preservar el medio ambiente. “Atrapada” entre los mil millones de personas que padecen hambre y “el problema ambiental, que obliga a una reflexión sobre los modos de explotación”, la comunidad internacional está obligada a poner ambos asuntos sobre la mesa, si no, ¡iremos al precipicio!”, sostiene Vélajus.
53 millones con hambre en AL
Las crisis simultáneas de los alimentos y la economía elevaron a 53 millones la cifra de personas que padecen hambre en América Latina y el Caribe, informó ayer la Oficina Regional de la FAO. El flagelo mantiene a 15 millones de niños menores de cinco años con desnutrición crónica, siendo las poblaciones infantiles de Guatemala, Bolivia, Honduras, el Perú y Ecuador las más afectadas. “Estos son países además que no tienen recursos para seguridad social”, alertó el director regional de FAO, José Graziano, al entregar un panorama regional de la seguridad alimentaria. En dichos países, de hecho, la desnutrición aqueja a entre un 30 y un 55 por ciento de los niños y “es la base de las futuras desigualdades”, opinó. París, Francia
“El problema de la inseguridad alimentaria” es “principalmente una cuestión de la movilización al más alto nivel político para garantizar la disponibilidad de los recursos financieros”, señaló el lunes Jacques Diouf, director general de la FAO. “Cada año, el apoyo a la agricultura en los países de la OCDE es de 365 mil millones de dólares, en tanto que el gasto militar es 1.34 billones”, dijo Diouf. El economista estadunidense Jeffrey Sachs aconseja que el mundo “triplique la inversión” en la agricultura y la seguridad alimentaria, como se ha hecho en el sector de la salud en menos de diez años. Sachs preconiza un incremento de la ayuda a las pequeñas explotaciones agrícolas de África, con el fin de pasar de “una economía de subsistencia a una economía comercial sostenible”. “El hambre en el mundo es un escándalo, no una calamidad natural”, resume por su lado Ambroise Mazal, de la ONG francesa Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo. “Todas las condiciones que provocaron la crisis de 2007 y 2008 siguen en pie y estamos volviendo a la Edad Media: es necesario que los agricultores recen para tener buen tiempo cuando se podría desarrollar políticas proactivas”, explicó Mazal.
Las ONG humanitarias y por el desarrollo reiteran la necesidad de una reforma de las políticas comerciales y agrícolas: detener la liberalización sin freno, que provoca la volatilidad de los precios de los alimentos, e inversiones masivas en la agricultura por los gobiernos del Sur y a través de la ayuda para el desarrollo del Norte. “Esta volatilidad va a durar un tiempo, por lo que la alimentación se convertirá en una bomba para los gobiernos: si no se hace nada, les estallará en la cara”, indica el analista Jean-Louis Velajus, del Comité Francés para la Solidaridad Internacional. “Al 1000 millones de personas que padecen hambre no se les puede ayudar simplemente con ayuda alimentaria, sino a través de una reforma integral de la agricultura”, dijo.
Más aún si se tiene en cuenta que la ayuda de emergencia, “incluso con presupuestos en constante aumento, padece para seguir el ritmo de crecimiento de la crisis”, reconoce Jan Artur Sienczewski, responsable de la ayuda alimentaria de la Oficina Humanitaria de la Comisión Europea. En su cruzada, las ONG se apoyan en las conclusiones del grupo internacional de unos 400 expertos en agricultura, lanzado en 2002 por el Banco Mundial y la FAO, que abogó por la protección de la agricultura familiar, de la que vive 45% de la población mundial, a través de una protección del mercado.
En términos de modos de producción, señaló, se debe privilegiar la agroecología frente a la agricultura industrial e intensiva para preservar el medio ambiente. “Atrapada” entre los mil millones de personas que padecen hambre y “el problema ambiental, que obliga a una reflexión sobre los modos de explotación”, la comunidad internacional está obligada a poner ambos asuntos sobre la mesa, si no, ¡iremos al precipicio!”, sostiene Vélajus.
53 millones con hambre en AL
Las crisis simultáneas de los alimentos y la economía elevaron a 53 millones la cifra de personas que padecen hambre en América Latina y el Caribe, informó ayer la Oficina Regional de la FAO. El flagelo mantiene a 15 millones de niños menores de cinco años con desnutrición crónica, siendo las poblaciones infantiles de Guatemala, Bolivia, Honduras, el Perú y Ecuador las más afectadas. “Estos son países además que no tienen recursos para seguridad social”, alertó el director regional de FAO, José Graziano, al entregar un panorama regional de la seguridad alimentaria. En dichos países, de hecho, la desnutrición aqueja a entre un 30 y un 55 por ciento de los niños y “es la base de las futuras desigualdades”, opinó. París, Francia
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