martes, 2 de junio de 2009

Libro de Zhao da un nuevo impulso a disidentes chinos

Varios antiguos altos oficiales conspiraron para garantizar la publicación de la obra, cuatro años después de la muerte de Zhao. El objetivo: que las protestas democráticas de hace dos décadas se repitan ahora de la mano de una nueva generación de jóvenes que se van haciendo mayores.

Ignorados por los medios estatales y el Partido Comunista Chino, los disidentes han encontrado aliento en un nuevo libro del fallecido líder Zhao Ziyang, ahora que se cumple el vigésimo aniversario de la brutal masacre de Tiananmen.
Varios antiguos altos oficiales conspiraron para garantizar la publicación de la obra, cuatro años después de la muerte de Zhao. El objetivo: que las protestas democráticas de hace dos décadas se repitan ahora de la mano de una nueva generación de jóvenes que se van haciendo mayores.
"Cuando tengan trabajo y sientan la injusticia, cuando se den cuenta de que el dictado del partido único es la raíz de esta injusticia (...), cuando vean cómo la corrupción los amenaza, sabrán que es necesario cambiar el sistema de partido único", dijo Bao Thong, que ayudó a Zhao en 1989 y fue condenado a siete años de cárcel en 1992.
El polémico libro, titulado "Prisionero del Estado: Diario secreto del primer ministro Zhao Ziyang", fue publicado el pasado mes y defiende una democracia abierta y multipartidaria y la libertad de prensa.
Zhao fue destituido del cargo de secretario general del partido en junio de 1989, después de oponerse al uso de la fuerza ejercido por los militares los días 3 y 4 de junio para poner fin a las protestas prodemocráticas. La brutal actuación del ejército en el corazón de Pekín causó cientos de muertos entre la población civil.
Zhao pasó el resto de sus días bajo arresto domiciliario hasta su muerte, en 2005, escribiendo sus memorias y grabándolas en casetes que aseguró gracias a cuatro ex ministros. Y ahora, han reavivado la llama crítica.
Según explicó Bao a dpa, Zhao y Deng Xiaoping, entonces máximo líder de la República Popular, diferían enormemente sobre cómo gestionar las protestas: "Cuando contemplaban las protestas civiles, Zhao las consideraba una petición, un movimiento. Deng creía que eran antisocialistas, contra el Partido Comunista", señaló. "Deng eligió la masacre, Zhao eligió el diálogo".
En el libro, Zhao acusa a Deng de la responsabilidad final por la operación militar, pues si éste no cambiaba de opición, el propio Zhao no podía hacer nada para "modificar la actitud de los dos defensores de la línea más dura: el entonces primer ministro Li Peng y el viceprimer ministro Yao Yilin". Siempre que Deng hablaba de estabilidad, "subrayaba también la dictadura".
Zhao argumenta en sus memorias que el partido se equivocó en calificar las protestas como una "conspiración planeada" que desembocó en "disturbios contrarrevolucionarios" y defiende que China debería haber evolucionado hacia una democracia parlamentaria.
"Si un país desea modernizarse, no sólo debe poner en marcha una economía de mercado, sino que además ha de adoptar una democracia parlamentaria como sistema político", añade Zhao.
En su opinión, China y otros países emergentes han fracasado a la hora de aplicar reformas democráticas y sufren problemas comunes de "comercialización del poder, corrupción creciente y una sociedad polarizada entre ricos y pobres".
"Si el 4 de junio hubiéramos adoptado la política de Zhao Ziyang, creo que el estatus económico de la China de hoy no sería peor que el de Corea del Sur o Taiwan", argumentó Bao.
Por ello, Zhao insta al partido en sus memorias a reconsiderar su valoración de las protestas estudiantiles de 1989.
"Primero, se determinó que el movimiento estudiantil era una 'conspiración planeada' de elementos antipartido y antisocialistas con una estructura de liderazgo", señaló. "Así, debemos preguntar: ¿Quiénes eran esos líderes? ¿Cuál era la conspiración? ¿Qué pruebas hay para sostenerlo?"
Sin embargo, algunos observadores dudan que estas preguntas puedan ser contestadas, pues consideran a los estudiantes y jóvenes chinos de hoy como una "generación del yo" urbana y bien educada que no se interesa por la política.
Con todo, Bao espera que un día la juventud china se levante como lo hicieron los estudiantes de 1989. "Evitan la política, les asustan los políticos, pero no se trata de falta de interés", argumentó. "Ahora tenemos todos los días un pequeño Tiananmen, pero a nivel provincial, municipal y rural". Pekín, China. DPA (Milenio)

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