jueves, 4 de junio de 2009

Una masacre en el olvido


La noche del 3 al 4 de junio de 1989, en la plaza de Tiananmen, la historia de China cambió. Sin embargo, 20 años después, la fecha se ha convertido en un recuerdo borroso o incluso nulo para miles de jóvenes chinos que aún no saben qué sucedió


La noche del 3 al 4 de junio de 1989, en la plaza de Tiananmen, la historia de China cambió. Sin embargo, 20 años después, la fecha se ha convertido en un recuerdo borroso o incluso nulo para miles de jóvenes chinos que aún no saben qué sucedió, o creen que el país ha mejorado tanto como para pensar que lo mejor es olvidar.
Una brecha generacional separa a quienes vivieron la represión a manos del Ejército y los estudiantes, cuya principal preocupación, en plena recesión mundial, es encontrar trabajo.
Las protestas llevaban ya varias semanas. Todo comenzó el 15 de abril, cuando miles salieron para llorar la muerte de Hu Yaobang, el ex secretario general del Partido Comunista (PC) obligado a renunciar por su visión “liberal”. El deceso de aquel líder llevó a muchos jóvenes a criticar el autoritarismo del gobierno y la corrupción, y a exigir un cambio. Sus voces fueron aplastadas con tanques en la plaza de Tiananmen.


La vida cambió
La cifra total de muertos que aquella masacre dejó es una interrogante hasta hoy. Las Madres de Tiananmen, un grupo de mujeres chinas que perdieron a sus hijos aquella noche, tienen una lista de 150 muertos confirmados, pero otros grupos creen que la cifra asciende a más de 2 mil. Miles de personas fueron encarceladas.
Las vidas de todos los que participaron cambiaron radicalmente. Colocados en la “lista negra” del gobierno, vieron sus carreras frustradas, igual que sus deseos de encontrar trabajo. Muchos huyeron al exilio, donde aún permanecen. Todavía hoy, el gobierno se niega a disculparse por lo sucedido y asegura que los cambios logrados demuestran que aquella medida fue “correcta”.
Es cierto. China ha cambiado. El socialismo “con apertura económica” permitió impulsar el desarrollo. El país se ha convertido en “la superpotencia emergente”, poseedora de la mayor cantidad de deuda de EU y con un papel clave en el escenario internacional. Pero el cambio económico no se ha traducido en uno democrático.
La visión que los jóvenes chinos tienen de su gobierno y sus soldados también es distinta. “Algunas veces no nos gustan las políticas de nuestro gobierno, pero estamos orgullosos de él porque ahora la gente tiene una vida mejor”, señaló Wang Yongli, un estudiante chino, a The New York Times.
Pero el precio ha sido muy alto. El gobierno ha atendido a muchos reclamos del pueblo chino, a cambio de una sola cosa: dejar en manos del partido la política y olvidarse de las críticas.
“Lo peor de Tiananmen fue el intento del régimen chino de silenciar la conciencia del pueblo y hacer olvidar la historia. Los tanques no sólo aplastaron los cuerpos, sino también los espíritus y las mentes”, dijo hace poco Ma Jian, escritor disidente y autor del libro Beijing en Coma.
Los chinos que estuvieron en Tiananmen lo saben bien. Cada vez que han expresado su descontento han recibido, en el mejor de los casos, alguna advertencia. Bao Tong, quien fuera director de la Oficina de Reforma Política en el comité central del Partido Comunista, pasó siete años en prisión, acusado de “revelar secretos estatales” y realizar “propaganda contrarrevolucionaria” y, una vez libre, ha sido constantemente vigilado. Este año, en vísperas del aniversario de la masacre, fue escoltado a un sitio alejado, por “invitación” de las autoridades. Su caso es apenas un ejemplo.
Censurar la historia
Las historias sobre Tiananmen siguen siendo tabú en el país. El gobierno intenta por todos los medios que los chinos no conozcan sino la versión oficial de lo ocurrido, bloqueando incluso sitios en internet.
“Los constantes esfuerzos del gobierno por censurar la historia, aplastar la disidencia y acosar a los sobrevivientes contrasta con los impresionantes logros económicos y sociales que ha tenido China en las últimas décadas. El gobierno debería reconocer que 20 años de negación y represión sólo han causado que las heridas de Tiananmen supuren, en vez de sanar”, señaló Sophie Richardson, directora para Asia de la organización Human Rights Watch, al presentar el reporte El legado de Tiananmen, el pasado 13 de mayo.
Y aunque en aquella plaza se forjó el presente de China, la palabra que tal vez describirá este 4 de junio es: olvido. Gpe. Galván (El Universal)

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